La experiencia, según relata Franccesca, fue un viaje de autodescubrimiento
En un taller donde el aroma a pigmentos se mezcla con el eco de la historia, el arte cobra vida a través de las manos de Jorge Jáuregui, el visionario director de arte de Miss Internacional Turismo, diseñador gráfico y maestro del body painting. Con la dedicación de un artista que reinterpreta el pasado, Jáuregui ha transformado el cuerpo de Franccesca Mariana Bailetti Mar, actriz, modelo y reina del Miss Intercultural Turismo 2024, en un lienzo viviente. La obra, inmortalizada por el lente del fotógrafo Juan Taipe, trasciende la simple imagen para convertirse en un puente entre el pasado y el presente. Taipe, con su maestría, logra que el pasado no sea un recuerdo estático, sino una energía viva que cobra vida en cada encuadre. Lo que captura no es otra cosa que un tributo al colibrí, el guardián de los secretos de la cosmovisión andina, un ser mítico que danza entre el cielo y la tierra.
La experiencia, según relata Franccesca, fue un viaje de autodescubrimiento. «Fue mi primera experiencia con el body paint y, aunque al inicio me sentía un poco nerviosa, todo fluyó con naturalidad gracias al respeto y profesionalismo de Jorge», confiesa la embajadora cultural desde su agencia Aeromar Travels. La confianza entre artista y musa se convirtió en la base de un ritual de transformación.
La modelo, convertida en un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo, sintió cómo cada trazo no solo cubría su piel, sino que también la conectaba con una energía más profunda.
El colibrí, pintado sobre su pecho como un corazón que late al ritmo de la naturaleza, simboliza el Hanán Pacha (el cielo). Desde allí, los trazos de Jáuregui se extienden como ríos de colores por sus piernas, que evocan el Kay Pacha (la tierra). Para Franccesca, este proceso fue una revelación: «Llevar en mi piel al colibrí en el pecho, junto al cielo y la tierra extendiéndose por mis piernas, fue más que arte: fue una conexión con lo andino, con la naturaleza y conmigo misma». Cada pigmento y cada pincelada se volvieron un lenguaje que expresaba una emoción, una historia que ahora ella llevaba con orgullo.
Al finalizar la sesión, Franccesca experimentó una metamorfosis. Sus palabras describen una liberación espiritual: «Me sentí liviana, libre y transformada. Como si el colibrí me hubiese pintado alas para mostrar una versión más auténtica de mí». El arte de Jorge Jáuregui no solo pintó un cuerpo, sino que también despertó el alma de quien lo llevaba, recordándonos que la cultura andina sigue viva, vibrante y lista para volar en el corazón de quienes la honran.
Para conocer más sobre las obras de Jorge Jáuregui, te invito a seguirlo en Instagram: http://@jorgejauregui.art







































