Si «Destello de Luz» pudiera susurrar un mensaje al público, Jorge cree que susurraría: «Mira más allá de lo evidente. La luz no solo te permite ver el mundo; te permite sentirlo, te permite serlo»
En el vibrante escenario del arte peruano, Jorge Jáuregui emerge como un maestro del bodypaint, transformando la piel en un lienzo efímero que cuenta historias profundas. Su más reciente creación, «Destello de Luz», no es solo una obra visual; es una meditación sobre la existencia misma, un himno a la luz que nos define. Tuvimos la oportunidad de conversar con el artista sobre esta conmovedora pieza, y su visión se reveló como un torrente ininterrumpido de inspiración.
La inspiración para «Destello de Luz» brota de una observación fundamental: la vida es, en su esencia más pura, luz. Desde el primer rayo que rompe la oscuridad de la noche hasta la chispa que enciende una idea en nuestra mente, la luz está intrínsecamente ligada a la existencia. Quiso explorar cómo esa energía vital se manifiesta en nosotros, cómo ilumina nuestro ser y nuestro entorno. El cuerpo humano, con su intrincada belleza y su efímera naturaleza, se convirtió en el recipiente perfecto para esta exploración.
El bodypaint es un medio fascinante porque es increíblemente íntimo y efímero. Cada pincelada se convierte en una caricia sobre la piel, y cada color se fusiona con la vitalidad del modelo. El desafío radica en que la obra existe solo por un tiempo limitado, es un suspiro visual. Sin embargo, esta fugacidad también es su mayor libertad. Le permite crear piezas que son momentos puros de belleza y reflexión, invitando al espectador a una contemplación más profunda sobre la transitoriedad de la vida y la constante presencia de la luz en ella.
En «Destello de Luz», las tonalidades vibrantes parecen emanar desde el interior del modelo. Jorge busca que los colores no solo cubran la piel, sino que parezcan nacer desde dentro, como si la propia esencia del modelo irradiara luz. Utiliza una combinación de técnicas y pigmentos que capturan la luminosidad y la profundidad.
Se trata de jugar con las sombras y los puntos de luz, de crear una danza visual que evoca la energía que fluye incesante en cada uno de nosotros. Quiere que la obra sea un recordatorio de esa luz primigenia que nos habita y que nos impulsa a crecer, a transformarnos.
Si «Destello de Luz» pudiera susurrar un mensaje al público, Jorge cree que susurraría: «Mira más allá de lo evidente. La luz no solo te permite ver el mundo; te permite sentirlo, te permite serlo.» Su deseo es que la obra despierte en cada observador la contemplación de su propia luminosidad, de esa fuerza interior que, a pesar de las sombras y los desafíos, siempre encuentra la manera de resplandecer. Es una invitación a reconocer la belleza y la vitalidad que llevamos dentro y a dejar que esa luz guíe nuestro camino.







































