Hoy por hoy a las personas de la tercera edad se les ha abierto un mundo nuevo con Internet en donde encontrarán la información que deseen, podrán hacer viajes virtuales, conocer otras latitudes sin presencia física, hacer nuevas amistades, relacionarse con personas que pueden tener las mismas aficiones y asimismo estar en intermediación de mensajes con diversas otras personas, sea por correos o mensajes colectivos, a través de los cuales se transmiten conocimientos, experiencias, cadenas de oración, así como también textos de humor

Por: Antero Flores-Aráoz
Me he animado a escribir esta columna, habida cuenta que se observa cierto desdén por los ancianos, a quienes algunos llaman viejos olvidando el famoso dicho que “viejo es el viento, pero aun sopla”.
Los ancianos tienen valiosa experiencia de vida, de ocupaciones, y de afectos que están llanos a transferir a los de menor edad, los que no siempre están dispuestos a aquilatar, olvidando, que si hoy están jóvenes, mañana estarán viejos y con carga cognoscitiva para también transferir.
Al igual como los ancianos están predispuestos a hacer docencia como un activo, también es cierto que reclaman ser escuchados. No desean más. Si viven solos que sus parientes los visiten. Si viven con sus hijos que les den alguito de su tiempo y que los nietos conversen con ellos. Si se encuentran en albergues, casas de reposo y establecimientos colectivos, esperan que su parentela se acuerde de ellos.
Lo señalado anteriormente ha sido verificado por quienes han actuado al frente de las Sociedades de Beneficencia, por ejemplo: la de Lima, que tiene tanto asilos como albergues para ancianos, pero también establecimientos para niños huérfanos o en abandono. Cuando hay fiestas de fin de año, gran parte de la colectividad quiere distraer y regalar a los niños, pero hay olvido de los ancianos. Estos últimos no quieren regalos, quieren que les den solo tiempo para conversar.
El avance tecnológico, científico y de ciencias de la salud, han hecho que cada vez el “techo” de vida sea mayor, pero con olvido que por ello pueden laborar más tiempo y la jubilación se torna apresurada. Adicionalmente los sistemas previsionales requieren ajustes antes que colapsen.
Entre la edad de jubilación y la oportunidad de ser poco útiles para la sociedad, los ancianos bien podrían ser ocupados por los municipios para por ejemplo cuidar parques, canchas deportivas, atención en bibliotecas comunales y en otras muchas cosas.
También los municipios y parroquias podrían tener más “casas del adulto mayor”, en que los ancianos puedan hacer tertulia, tomar clases de diversas materias, hacer gimnasia, bailar, participar en juegos de mesa, leer y compartir sus comentarios sobre las lecturas, como también ingresar a Internet. Lo que no deben hacer los ancianos, nunca, es dejar de tener ocupaciones, pues ello les genera inseguridad y tal vez depresión.
Hoy por hoy a las personas de la tercera edad se les ha abierto un mundo nuevo con Internet en donde encontrarán la información que deseen, podrán hacer viajes virtuales, conocer otras latitudes sin presencia física, hacer nuevas amistades, relacionarse con personas que pueden tener las mismas aficiones y asimismo estar en intermediación de mensajes con diversas otras personas, sea por correos o mensajes colectivos, a través de los cuales se transmiten conocimientos, experiencias, cadenas de oración, así como también textos de humor.
Lo que en sí podrían es abstenerse de incorporar a sus cadenas y redes colectivas a quienes tienen un mundo de actividades que no les permite distraer su tiempo, por lo menos hasta que también se jubilen.
Antero Flores-Araoz
Parlamentario de 1990 al 2006, incluyendo congresista constituyente
Presidente del Congreso 2004-2005
Embajador ante la OEA 2007
Ministro de Defensa 2008-2009
Premier 2020
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