La revolución verde llegó a la costa pese a los errores legislativos del 2021 que aún tiene que afrontar. La revolución productiva del campo está llegando a la agreste sierra de la mano de la minería
Guillermo Vidalón
Comunicador Social especialista en la Industria Extractiva
El próximo miércoles 24 se inaugura la III Convención Agro Minera – AGROMIN 2024, donde además de llevarse a cabo un debate alturado e intercambio de experiencias exitosas entre los sectores agricultura y minería, se difunde una visión de país posible donde la integración supere a las opciones de confrontación y desmantelamiento de lo ya avanzado.
La última década del siglo XX trajo la apertura económica del Perú al mundo, la inversión minera fue la primera en arribar y junto a ella se desarrollo un vasto plan de infraestructura que incluyó carreteras, puertos, aeropuertos, telefonía, internet, etc. El incremento de la producción minera generó nuevos puestos de trabajo y más ingresos para el estado, y, también, fueron los líderes mineros quienes promovieron y emprendieron la revolución y modernización del campo, principalmente en la costa.
Como se recordará, la denominada reforma agraria de 1969 terminó por parcelar el campo en unidades que se subdividieron de generación en generación, produjeron parcelas tan pequeñas que no garantizan rentabilidades significativas y condeno a un gran sector de la población a una economía de subsistencia.
Afortunadamente, una legislación promotora le dio la bienvenida a la inversión de capitales, el campo se modernizó y el árido desierto costero poco a poco se tornó en verde. Las obras de ingeniería hidráulica permitieron aprovechar un mayor volumen de agua dulce antes que ésta llegue al mar.
La revolución productiva del campo avanzó en paralelo al desarrollo de proyectos mineros, la primera partió desde un volumen modesto de exportaciones hasta rozar los casi 10 mil millones de dólares. Los agroexportadores incorporaron técnicas modernas de cultivo y su producción agrícola se orientó al mercado internacional. Primero fue el espárrago, pero luego fueron el jengibre o kión, el mango, los cítricos, la palta, la uva y el arándano. El liderazgo de los y ha convertido al Perú en uno de los mayores productores frutícolas del mundo, cuya oferta, al igual que la minera, es diversificada.
¡Todo suma!, manifestaban con entusiasmo sus líderes. ¿Conflicto con la minería? – ¡Ninguno! -. Se trata de hallar complementariedades, de desarrollar proyectos que provean de agua para el consumo humano; pero, también, para actividades como la agricultura y la minería que se constituyen en la plataforma que el Perú necesita para financiar su bienestar y desarrollo.
La revolución verde llegó a la costa pese a los errores legislativos del 2021 que aún tiene que afrontar. La revolución productiva del campo está llegando a la agreste sierra de la mano de la minería, la cuprífera Southern Peru y los productores altoandinos de la región Tacna, junto al Ministerio de Agricultura hicieron posible la construcción y financiamiento de la represa de Cularjahuira y, próximamente la de Callazas, garantizando un flujo continuo de agua para los cultivos de los agricultores de la zona.
Anteriormente, los agricultores olivícolas en el valle del Algarrobal en Ilo, donde se desarrollan las operaciones metalúrgicas más significativas del país, acordaron la construcción de una planta de acopio y procesamiento de aceitunas que los convirtió en exportadores de uno de los productos bandera de esta provincia.
El espíritu que anima a AGROMIN es el del diálogo constructivo entre estos dos principales motores del desarrollo del Perú.