Cuento corto
“Lloras porque sabes que en el mundo ya no tienes quién se apiade de tus penas, pobrecito ese ser desdichado de ti. Si yo pudiera salvarte, la vida entera daría por darte paz y alegría para no verte sufrir. Ay tanto…por no verte llorar…que yo no quiero que tú sufras tanto”.
(Canelita)
Tanto
A las 3.30 de la madrugada, la sangre de tu cuerpo se vuelve ligera como una burbuja. A esas horas, Inés, las puertas del infierno se abren como golpes de maldad para que los demonios salgan a buscar almas distraídas. Inés, dormías en una estrella cuando, esa madrugada, un ser invisible y oscuro te dijo que, de ahí en adelante, estabas loca y que serías una muerta en vida. Ahora vives así, como un animal solitario que extiende la mano en las calles. Un día sin fecha sentiste la mirada de esa persona que tanto habías querido. En ese segundo sin fin recordaste todo lo malo y todo lo bueno. Luego, siguió de largo y tú, Inés, seguiste con la mano extendida.
Carlos Araujo