Cuando se elige mal, se puede llegar a tener, sea en el Gobierno sea en el Parlamento, una mezcla horripilante y macabra, en que se amalgama de un lado la ignorancia, a la que se agrega la ineptitud e incapacidad, pero también la soberbia en que los nombrados se sienten aptos para el ejercicio de los cargos, aunque no lo sean
Por: Antero Flores-Araoz
Desde los tiempos de la Revolución Francesa, una buena conjunción de valores fue la de igualdad, fraternidad y libertad. Con el correr de los tiempos todas ellas han ido alcanzando sitiales importantes en las relaciones humanas y en los retos que deben afrontar los países para sus metas.
En lo que se refiere a la igualdad, sin embargo, en relación con la ciudadanía y la gobernanza de los países, hay quienes entendieron que además de la igualdad de los ciudadanos para ser electores, también tenía que existir igualdad para ser elegidos o designados en los altos cargos estatales, sean en el Poder Legislativo como Ejecutivo, o en otros organismos públicos de especial nivel.
Gravísimo error, pues para hacer las reglas de juego de la convivencia social, léase leyes, así como también para aplicarlas y hacerlas cumplir, se requiere del correspondiente expertise o pericia, habilidad y preparación, entre otras características que debe tener el perfil de los altos funcionarios públicos.
Por eso, normalmente las Constituciones de los Estados, señalan requisitos como la edad, sea de inicio o de terminación, entre otras calificaciones y requerimientos, pues no todos los ciudadanos tienen los conocimientos necesarios para ejercer cualquier tipo de cargos. No señor, deben tener conocimientos y habilidades especiales y relacionadas con los cargos que ejercerán. Por ejemplo, a nadie en su sano juicio se le ocurriría nombrar en la presidencia o en el directorio de un banco central a un gasfitero, por más honorable que sea tal oficio, o a un carnicero para manejar las relaciones exteriores del país. Podrá ser muy bueno para hacer los cortes de reses, caprinos y ovejas, pero evidentemente no para celebrar tratados internacionales y otras obligaciones de similar categoría.
Los ciudadanos deben ser muy conscientes de la gran responsabilidad que tienen cuando depositan su voto para los gobernantes en sus diferentes niveles, como el nacional, regional o local, al igual que para los legisladores, puesto que en su decisión se juega el destino de los países.
Cuando se deja de ejercer el voto, se está cediendo a terceros la responsabilidad de decidir y esto es grave, pues la dejadez irresponsable puede llevar al descalabro de los países.
Cuando se elige mal, se puede llegar a tener, sea en el Gobierno sea en el Parlamento, una mezcla horripilante y macabra, en que se amalgama de un lado la ignorancia, a la que se agrega la ineptitud e incapacidad, pero también la soberbia en que los nombrados se sienten aptos para el ejercicio de los cargos, aunque no lo sean. Ya el colmo de los colmos, cuando a todo ello se agrega corrupción o simplemente se deja que ella campee.
El revoltijo de ignorancia + incapacidad + soberbia + corrupción, es una ensalada tóxica y mortal, pues mata la esperanza de los ciudadanos, degrada la Democracia, encamina a los países a su decadencia, agregando que sus desaciertos en el manejo de la cosa pública van directamente a la fatídica meta de recesión con inflación. Advertidos estamos.
Antero Flores-Araoz
Parlamentario de 1990 al 2006, incluyendo congresista constituyente
Presidente del Congreso 2004-2005
Embajador ante la OEA 2007
Ministro de Defensa 2008-2009
Premier 2020
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