El Ande rumia, intuye su reivindicación que empieza devolviendo a su gente igualdad ante la ley, respeto de sus derechos, rangos y patrimonio como lo tuvieron con España, a la vez que se la debe elevar como la otra gran parte del Perú que es, restituyendo su entidad, sus atributos y sus respetos, con el protagonismo y relevancia que le fueron robados por la mediocre república fundada por San Martín y Bolívar hace 200 oscuros años
Por: Luis Armando Lozano
Abogado
Cuando vemos que surgen liderazgos mesiánicos que quieren incendiar el Sur o al Ande en general, y se hacen intentos para explicar por qué esa reacción sin éxito, entonces no queda más que buscar en la advocación de Clío, la musa de la historia, una explicación que calme, cure, reintegre la paz perdida, ayude a alejar la violencia y los odios entre peruanos, que nos hermane con una justicia basada en los hechos históricos y que haga posible la convivencia actual.
Durante el obligado encierro de la pandemia, ese tramo final del advenimiento del bicentenario de la república, muchos tuvimos la oportunidad de leer, ver y escuchar a través de diferentes medios, sugerentes y documentados acercamientos al momento fundacional de la república, y a su vez espectar encendidos debates sobre hechos y actores de este momento cenital.
Justamente, las reflexiones vertidas durante estos años previos a la conmemoración de los 200 años del bicentenario, nos parecen un insumo balsámico a los encrespamientos del Sur peruano tan presentes en la política actual, si los sabemos aprovechar, porque al parecer mucho de lo que pasa hoy tienen dolores que resuenan de lejos y cuando no, éstos son aprovechados, por los aventureros de la política, generalmente ubicados a la izquierda del espectro político.
¿Porque el resentimiento del Sur frente a Lima?
La historia, dice que, desde la llegada de los españoles al Perú, la Sierra fue el foco de desarrollo del país, los hispanos lo encontraron así, y como tal continuó hasta la independencia con la batalla de Ayacucho en 1824. La existencia de Lima fue una decisión política de España que iba contra el orden antiguo de la predominancia serrana. De hecho, las ciudades de la Sierra eran más ricas e importantes que Lima. No hay que olvidar que al surgimiento de la república, Cusco ya tenía 60 años de Intendencia, al mismo nivel que Lima. Si a esto le sumamos la extracción, durante el virreinato, de la plata, el gran recurso que colocaba al Perú en la economía mundial, fue fundamentalmente serrano, queda claro el protagonismo del Ande.
Todo esto va a tener un cambio nunca antes visto con la llegada de la década de 1860, en que aparece la bonanza del guano, con lo que el Perú, después de la parálisis revolucionaria de la independencia, vuelve a conectarse con la economía mundial, este acontecimiento traslada el poder ahora a la Costa, las ciudades de la costa se desarrollan, empezando el declive de las otrora poderosas, pujantes, ciudades serranas.
Sin embargo, los acontecimientos de 1860, no son más que el remate, el golpe final que le da la republica gestada por San Martín y Bolívar a la Sierra del Perú, ¿veamos por qué?
Cuarenta años antes, al establecimiento de la república, se suprimen una serie de derechos y rangos, se mellan patrimonios; es decir, en general a las cláusulas que se había pactado al inicio del virreinato, que afectaran más a los pobladores de la Sierra.
Un poco de recordación, a la llegada de los españoles al Perú a principios del siglo XVI, y derrotado el Incario por la revuelta de los diversos pueblos sometidos a ese imperio, aprovechando la guerra entre Huáscar y Atahualpa, y gracias al liderazgo de los conquistadores, se establecieron unos pactos entre los naturales y españoles sobre como seria la nueva organización del poder. Así los españoles hábilmente reconocen los rangos y patrimonios del poder existente a su llegada y sobre todo se cuidarán de hacer respetar un draconiano respeto a la igualdad ante la ley entre todos, los que prácticamente regirán la vida del virreinato desde el siglo XVI hasta el año 1700, en que termina la dinastía Habsburgo o la Casa de Austria española de gobernar en el imperio, por no poder tener sucesión. Estas condiciones como es obvio propiciaron un enorme intercambio cultural y económico y sobre todo un mestizaje racial, ya que los naturales gozaban de iguales condiciones en todo el imperio. Diversos nobles amerindios se casaron con la nobleza mayor de España, terminaron sus días en la corte española e inclusive llegaron a formar parte de la realeza europea.
Con el cambio de dinastía a los Borbones, oriundos de Francia, vendrá una modificación en los tratos con los naturales y los territorios de ultramar, principalmente con un incremento en la carga impositiva y un aumento del verticalismo de la corona a largo del siglo XVIII, no olvidemos que los Borbones fueron participes relevantes del absolutismo monárquico, y no fueron gestores, sino herederos del exitoso imperio de los Habsburgo españoles, construido en base a alianzas y respetos, un modo que será siempre una vena lejana al saber y entender de la entrante dinastía francesa. Para incrementar el drama, a poco más de un siglo del ascenso de los Borbones, España es invadida por Napoleón Bonaparte mientras se debate entre liberales y monárquicos, que la colocará una situación de extrema fragilidad y distracción sobre los virreinatos de ultramar.
En ese contexto se darán las guerras de secesión, separatismo o independencia según se vea, en ese escenario, los disconformes por el manejo de la dinastía Borbón a largo del siglo XVIII buscaran a las potencias enemigas de España para financiar su objetivo político, volviéndose sino en agentes extranjeros, especialmente de Gran Bretaña, muy cercanos y dependientes a ellos, pues serán necesarios esos contactos en el venidero mundo que harán nacer donde los territorios ex españoles, necesitaran una reconexión con el mundo que obviamente ya no pasará por España.
Lo interesante que ocurre en las guerras de secesión, separatismo o independencia según se vea, es quienes más defenderán el conservar el estatus monárquico en el Perú, serán decididamente los pueblos que verán más amenazados sus intereses y derechos existentes, es decir, los naturales y mestizos del Ande. Así es llamativo observar que las tropas ¨realistas¨ están integradas en su mayoría por indios y mestizos, con apenas una escasa oficialidad de españoles, el ejército está casi completamente formada de soldados oriundos del Centro y Sur del país, quienes no están ahí a la fuerza sino convencidos que deben defender el régimen virreinal ante la amenaza de potencias extranjeras que quieren acabar con lo que ellos consideran valioso de la relación con España, es decir la garantía de sus rangos, derechos, patrimonios e igualdad ante la ley. Lo otro, era simplemente un salto al vacío y al caos, como efectivamente lo fue.
Durante los primeros 40 años de la república, se vivió un cataclismo a manos de ¨los libertadores¨ quienes expulsaron a miles de funcionarios españoles que mantenían un trabajo ordenado y metódico del Estado, depredaron el tesoro público, confiscaron y repartieron propiedades de los monárquicos, impusieron impuestos elevados a los naturales, desconocieron los viejos rangos políticos de los naturales, sobre todo de la nobleza mayor autóctona que al perder su sitial arrastró a la debacle a todos los estamentos sobre los que se sostenía y protegía, impusieron a sangre y fuego un régimen dictatorial que desapareció la igualdad de la ley, y la sociedad entera vivió décadas entregada a la arbitrariedad y caprichos de los caudillos republicanos.
La cereza del pastel fue, a partir de 1860, con la llegada de la bonanza del guano, con la irrupción de la preponderancia económica de la Costa, la aparición de un racismo inédito en el Perú. Lo que ocurre fundamentalmente por las siguientes razones, una es porque al establecerse la reconexión con la economía global que ya antes se había tenido por el comercio global de la plata, ahora a través del guano, esta se hace, no a través de España, sino a través de nuevas potencias como la inglesa, francesa o la norteamericana, que apareja con una emigración no española, ajena a los tratos y modos que se dieron con la ex metrópoli, a saber: igualdad ante la ley, respeto de rangos, derechos y patrimonios de los locales; la emigración que llega, se da, además, frente a una debilitada y empobrecida población a manos de los caudillos saqueadores de la república.
Esto con los años fue agravándose y es un producto histórico que hay que revertir, el peruano del Ande está herido y guarda un entendible resentimiento, pero es claro que, a la luz de la historia, este daño no fue causado por España, sino que fue causado por la república y sus 200 años de despropósitos, un grave perjuicio resultado de cierta gente bien intencionada pero precipitada, pero también por muchos aventureros sin escrúpulos que se escondieron detrás de la palabra patriota.
A partir de estos hechos, la historia oficial del Estado, que mira de costado y la izquierda que incendia por su lado han construido una historia del Perú retorcida que es doblemente amarga, de la que solo puede brotar el odio destructor. No se puede negar el malestar existente, lo mal gestado en estos doscientos años, una herida que no cicatriza, una llaga que rasga el alma del andino, mientras se transita por una nostalgia borrosa confundida por la historia oficial del Estado y aprovechada por la izquierda manipuladora.
El Ande rumia, intuye su reivindicación que empieza devolviendo a su gente igualdad ante la ley, respeto de sus derechos, rangos y patrimonio como lo tuvieron con España, a la vez que se la debe elevar como la otra gran parte del Perú que es, restituyendo su entidad, sus atributos y sus respetos, con el protagonismo y relevancia que le fueron robados por la mediocre república fundada por San Martín y Bolívar hace 200 oscuros años.